Inflación: ¿cuáles son las cartas que juegan a favor y cuáles no?

Inflación: ¿cuáles son las cartas que juegan a favor y cuáles no?

La inflación de julio fue la más baja del año al marcar un 3% mensual. Lejos ya quedaron los inquietantes índices de comienzos de año, coronados con el 4,8% de marzo. De ahí en adelante la tasa mensual de inflación esbozó una tendencia descendente. Claro que al compararlos con los índices de un año atrás la diferencia aún es notoria. Así y todo lo relevante es que la tasa de inflación anualizada de los últimos trimestres marca un abrupto descenso, incluso ubicándose por debajo de la interanual que rozó el 52%. Ahora bien, para el consenso de los analistas el gran enigma es saber si esta gradual desaceleración inflacionaria se sostendrá, quebrando el nivel del 3% mensual o si más bien lo ya visto es lo mejor que se puede esperar. Vale recordar que un año atrás, en el bimestre agosto-setiembre, la tasa mensual de inflación estuvo por debajo del 3% promedio (un 2,8%), de modo que ese sería el benchmark para lograr ver una menor tasa interanual este año. No debe soslayarse que dentro del análisis no solo entra a terciar el ritmo de expansión monetaria, sino también otras variables como la política fiscal y demás factores que actúan conjuntamente sobre las expectativas inflacionarias.

Entonces, en la balanza de pros y contras ¿cuáles serían los elementos que juegan a favor de quebrar ese umbral del 3% mensual, y cuáles no?

Si uno se guiara por los principales factores que permiten albergar esperanzas de que el Gobierno y el equipo de Martín Guzmán logren doblegar a ese 3% mensual se destaca sin duda la estrategia cambiaria y la pobre performance del salario real. Ya que al haber elegido como ancla antiinflacionaria al tipo de cambio oficial las expectativas devaluatorias y las inflacionarias vinculadas tienden a estabilizarse, y eso se viene viendo desde febrero pasado y con mayor intensidad a partir de abril cuando se pasó de un ritmo de devaluación del 2% mensual al 1% en estas últimas semanas. Mientras que en paralelo, la ansiada recuperación del salario real se viene postergando a raíz de la aceleración inflacionaria del primer trimestre del año. Si bien algunas paritarias se pactaron por encima de los niveles del año pasado, los salarios privados informales todavía no muestran señales de recuperar parte del terreno perdido en la pandemia. Vale señalar que el salario real ya venía castigado desde hace años y con mayor intensidad a partir de la debacle del 2018. No hace faltar aclarar que mientras esta variable no reaccione el nivel de actividad doméstica es difícil que muestre una sostenida recuperación, pero desde el punto de vista inflacionario, coadyuva para contener las presiones inflacionarias. También empezará a jugar a favor la buena letra fiscal y monetaria del primer semestre, y por los rezagos de la política monetaria pueda ser que en los próximos meses se vean mejores resultados en términos inflacionarios.

¿Es suficiente con esto? ¿O hay otras variables que pueden jugar en contra? Lamentablemente así es. No todo está dicho. Hay algunos nubarrones que pueden complicar la navegación. Entre ellos, se destacan la oferta excedente de dinero, el esperable mayor déficit fiscal en el segundo semestre con el consiguiente impacto sobre el gasto en subsidios económicos y los ajustes en el set de precios relativos. Por un lado, pese a que el BCRA hizo buena letra en el primer semestre, aún arrastra la mochila de lo emitido por demás el año pasado, en un contexto donde la demanda de dinero no reacciona. Mientras que por el flanco fiscal, luego de un cuatrimestre cuasi perfecto, la economía ingresa en “modo electoral” y con ello la expansión del gasto público, lo que redundará en una mayor y creciente asistencia del BCRA vía Adelantos Transitorios y por sobre todo, Transferencia de utilidades. Claro que a esta emisión, que en parte deberá ser esterilizada, el BCRA debe sumarle el costo de dicha esterilización que ya supera los $100.000 millones mensuales. Como si fuera poco, la estrategia antiinflacionaria de contener los ajustes de las tarifas públicas más el retraso cambiario, elevan la factura mensual de los subsidios económicos, que tarde o temprano, pasarán la cuenta final. Otro tanto ocurre con los ajustes de los precios rezagados, sobre todo en servicios.

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