El sistema financiero atravesó 2020 complicado por el impacto de la pandemia en la cartera de clientes, aunque las líneas de emergencia dispuestas por el Gobierno para sostener a las empresas a tasas subsidiadas y las previsiones de los bancos evitaron mayores complicaciones en sus cuentas.
Sin embargo, hacia adelante, el contexto macroeconómico, el retiro de las asistencias a las empresas y los balances ajustados por inflación generarían un deterioro de la rentabilidad en 2023.
Así se desprende de un informe publicado por la calificadora de riesgo Standard & Poor’s (S&P). El relevamiento, de alcance regional y contenido en el Análisis de riesgo de la industria bancaria por país (BICRA), desglosa una a una la situación del sistema financiero del continente.
En general, S&P es optimista con la recuperación de la actividad, de la mano de una mejora de los indicadores pos pandemia. Sin embargo, la Argentina no corresponde a esa definición.
En la comparación regional, la Argentina y Bolivia ocupan las posiciones más riesgosas para la actividad en América latina.
La consultora hizo hincapié en los efectos de la macro en la actividad del sistema, que los califica como Extremadadamente Alto en materia crediticia a nivel del soberano y en la posibilidad de recuperación de la economía.

Al reseñar la situación del sistema financiero en la Argentina, S&P rescata que la calidad de los activos de los bancos argentinos, que “mejoraron gracias a las acciones para afrontar la pandemia y el uso de previsiones sobre créditos incobrables anteriores de grandes de empresas”.
Sin embargo, la firma prevé “un deterioro en los indicadores a medida que se retiren las medidas de apoyo a los clientes, pero aún manejables dado el enfoque de los acreedores en segmentos de menor riesgo y una penetración crediticia muy baja”.

La calificadora puntualizó que, en materia de rentabilidad, sobre todo durante este año, “disminuye por el impacto de la alta inflación en el país, el crédito directo de la cartera y las tasas de interés mínimas para depósitos a plazo“.
Sin embargo, rescata que “sigue estando muy influida por los resultados de las tenencias de valores del Banco Central”, que les permitió mejorar los balances con las colocaciones de pases y Leliq.
Entre los factores que S&P ve deteriorando la performance de los bancos, figuran los “importantes desequilibrios económicos y desafíos planteados por débiles perfiles fiscales y externos, poca flexibilidad monetaria y limitadas opciones financieras (que) han afectado al sistema bancario argentino desde antes de la pandemia“.
Respecto de la calidad de los activos de los bancos, reafirma S&P que “durante 2020 y el primer trimestre de 2021, los indicadores de calidad de activos de la industria mejoraron debido a las acciones de las autoridades y al uso de previsiones sobre préstamos corporativos incobrables anteriores.
Y en ese sentido, también señala que “los bancos privados presentaron mejores indicadores frente a sus pares públicos” y rescata que, “a pesar de un deterioro esperado en los indicadores en 2021, estos deberían ser manejables”.
Al destacar la seguridad del sistema, indica que “los bancos han reducido sus préstamos en moneda extranjera y han mantenido altos niveles de liquidez en moneda nacional y extranjera. Además, conservan altos indicadores de capital regulatorio, dado el mayor peso de los activos líquidos y las restricciones a la distribución de dividendos”, agregó S&P.
Standard & Poor’s supone que la economía se recupera gradualmente, pero en forma desigual entre sectores, hasta tanto se complete el proceso de vacunación de la población.
“Por ende -sostiene-, esperamos que el PBI alcance niveles prepandémicos hasta 2023, con un crecimiento nulo o una contracción del crédito en términos reales”.
Esto es complicado para los bancos por la forma en que se movieron durante el año pasado, cuando “los bancos generaron rentabilidad en términos reales por los costos de fondeo aún bajos y las tenencias en valores del banco central e instrumentos asociados” que “compensó los resultados del ajuste por inflación en los estados financieros”.
Por eso, S&P espera “una mayor compresión de las utilidades en 2021 por el impacto del financiamiento directo de la cartera de crédito y las tasas de interés mínimas para los depósitos a plazo“.
Sin mayor evolución de los negocios, “la rentabilidad continúa viéndose fuertemente influida por los resultados por tenencias de valores de títulos y por la inflación“, concluye el informe de la calificadora.
El Cronista.