Todo conspiró para que noviembre diera números muy negativos, con un déficit de cuenta corriente (el lado real de la balanza externa) por USD1.566 millones. Por un lado, la balanza de bienes arrojó un rojo de USD117 millones. El número no es abultado pero que sea negativo es un hito extraño. Desde marzo del 2018 no se veía algo similar y desde diciembre del 2015 solo había ocurrido en cuatro ocasiones. Y es que los bienes son, se supone, los que aportan los dólares para abastacer la sostenida demanda que generan la fuga, el turismo, los pagos de deuda de los privados y los intereses de la deuda pública.
El problema tiene una historia reciente conocida y relevante. En agosto y septiembre sonaron las alarmas porque el superávit de bienes se había reducido drásticamente: había sido de solo USD608 millones y USD316 millones. No alcanzaba, pese a que en Aduana los números daban bien. El diagnóstico le apuntó a los pagos adelantados de importaciones y las medidas de principios de octubre buscaron impedirlos, lo que redundó también en una baja de las ventas externas en sí. Así, en octubre el superávit de bienes pegó un salto y llegó a USD1.375 millones. Bien para las cuentas externas y mal para la actividad económica, que se contrajo 0,8% e interrumpió un ciclo de 4 meses de crecimiento al hilo.
En noviembre se liberaron y así las compras externas volvieron a pegar un salto. No hubo diferencia entre lo declarado en Aduana y lo pagado. Ese problema se solucionó. Pero las cuentas no dieron y apareció el rojo de USD117 millones. Desde el equipo económico ya adelantan, además, que en diciembre hubo un récord de importaciones. Así, también, por ahora las ventas de divisas por parte de la autoridad monetaria batió el récord y viene siendo el peor diciembre desde el 2015 en el que asumió Cambiemos con una devaluación cantada. Las exportaciones siguieron con liquidaciones por debajo de lo vendido y esa diferencia fue de casi USD550 millones
El resto de las cuentas dio negativos en línea con lo que históricamente sucedió en pandemia y en algunos casos un poco peores. En ese sentido, tampoco ayudó el turismo. Aunque sigue en niveles muy distintos a los de hace dos años, cuando los montos eran insostenibles, se trató del peor mes desde que hay pandemia en cuanto a salida de divisas por viajes, pasajes y otros pagos con tarjeta. Se fueron USD354 millones por esa ventanilla. Sumado a los fletes, el déficit de los servicios llegó a USD754 millones. Los intereses de la deuda pública generaron otra salida con alto impacto, por USD695 millones.
Por el lado de la cuenta financiera no hubo un gran aporte, fue de apenas USD193 millones, y por eso las reservas cayeron en USD1.367 millones a lo largo del mes. Los pagos de deuda de los privados generaron una salida de USD493 millones. La fuga de USD200 mensuales habilitada por el cepo generó otra salida de USD193 millones, en pleno contexto electoral, y fue la más alta desde que hay controles cambiarios. Casi un millón de personas intentó ahorrar en divisas durante ese mes de incertidumbre acerca de lo que se venía para la economía. Además, la intervención del BCRA en el dólar financiero generó otra salida de USD366 millones.